Los viajes a Marruecos crean en nosotros gran expectativa. Sabemos que vamos a encontrarnos con algo diferente y desconocido en este increíble país que tiene una cultura rica en historia, arte y belleza. Pero, ¿estamos preparados para vivir una aventura única conociendo el Marruecos más puro y auténtico, el Marruecos cincelado por el desierto?
Desde la fabulosa Marrakech aceptamos el desafío y emprendemos el camino. Las majestuosas montañas del Alto Atlas se imponen ante nuestra mirada exhibiendo sus profundos valles. Sacamos la cámara fotográfica para tratar de captar la belleza de los paisajes que impregnan nuestras retinas y nos quitan el aliento. Nos maravillamos con la Kasbah de Ait Ben Haddou, antigua ciudadela amurallada, mientras recorremos sus estrechas calles y nos sorprendemos con el hallazgo de que allí aún viven algunas familias. El camino nos deleita con tonalidades que combinan el ocre amarillento de las formaciones rocosas con el rosado de las construcciones de adobe que solo son interrumpidas por alfombras de colores brillantes y por algunos vehículos que constituyen la única cosa que nos recuerda que estamos en el siglo XXI. Las famosas gargantas del Todra ostentan sus laderas verticales esculpidas por la erosión y el agua junto a la frescura y tranquilidad de arroyos poco profundos y repletos de piedras. Cada tanto se cruzan en nuestro recorrido curiosos pueblos abandonados y aldeas bereberes que parecen existir en otro mundo y en otro tiempo.
Abordo de un vehículo 4 x 4 alcanzamos el desierto del Sáhara marroquí. La adrenalina comienza a elevarse cuando vemos la inmensidad incalculable y desafiante de arenas infinitas en tajante contraste con un cielo perfectamente celeste. El gran desierto nos deslumbra, nos reencuentra con el alma. El cambio de temperatura nos dice que el día está terminando y el atardecer se hace presente. Subimos a las altas dunas ahora pintadas con un intenso color dorado en compañía de dromedarios. Frente a nuestros ojos el sol se pone en el horizonte, percibimos el silencio y la brisa en el rostro mientras admiramos el impactante espectáculo que nos regala la naturaleza. Un auténtico campamento bereber es nuestro refugio bajo un cielo completamente estrellado. La noche nos da la oportunidad de compartir la inigualable experiencia con otros viajeros mientras disfrutamos de una deliciosa cena marroquí.
El amanecer nos invita a comenzar un nuevo día y a seguir recorriendo el sorprendente Marruecos y a vivir experiencias inolvidables que atesoraremos por el resto de nuestras vidas.