Marruecos es el destino turístico por excelencia del norte de África y una puerta abierta a un continente que se caracteriza por su riqueza natural y cultural, repleta de contrastes. Un viaje a Marruecos es una experiencia que todo aventurero que se precie debería incluir en su hoja de ruta al menos una vez en la vida, porque hay destinos que no se olvidan fácilmente y éste es uno de ellos. Os garantizamos que desearéis volver!
Mestizaje cultural
Si por algo se caracteriza Marruecos es por haber sido el punto de confluencia de numerosas culturas. Es un país en el que las tradiciones árabes mantienen un arraigo mediterráneo muy particular sin perder el color, el aroma y los sabores del continente africano.
Los marroquíes se han esforzado por cuidar y mantener tradiciones centenarias que en la actualidad son una parte importante de sus principales atractivos turísticos. Desde quitarse los zapatos antes de entrar en un hogar, hasta responder a la llamada del muecín en las mezquitas, tomar té en la calle o regatear en el mercado, lo que para los marroquíes es parte de sus rutinas cotidianas para el viajero son una característica manera de vivir.
Marruecos monumental
Una parte importante del acervo cultural del país se encuentra es su imponente arquitectura. Algunas de sus ciudades imperiales aún conservan impresionantes palacios como el Palacio Real de Fez, el de Rabat o la ciudad de Meknes, conocida como ‘La Versalles marroquí’. En otros casos, sólo quedan las ruinas de ese antiguo esplendor: El Badii, la Kasbah de Tombouctou o el Kasar de Tamnougalt, que en la actualidad han sido el escenario de muchas superproducciones de cine.
Algunos consejos prácticos
Viajar es una fuente de conocimiento y las opciones culturales que ofrece Marruecos son especialmente atractivas. Pero para disfrutarlas y entenderlas como un nativo, es necesario que tenga en cuenta algunas sencillas recomendaciones en su viaje a marruecos.
Comer con la mano derecha o aceptar siempre una invitación a tomar té son algunas costumbres que le harán ganarse la simpatía de los locales, mientras que tomar una fotografía a alguien sin permiso o intentar entrar en una mezquita sólo abierta a los musulmanes se puede considerar un agravio.
En cualquier caso, el contacto directo con la población autóctona y sus costumbres será un valor añadido a nuestra visita y una experiencia personal muy enriquecedora.